Por: Kira Huberman
Si existe algo que viene impreso en el ADN humano, es que las primeras expresiones de vida y de comprensión del medio externo que nos rodea, tienen que ver con la experiencia, el contacto y cómo se expresan las personas en relación a la sociedad que las envuelve. La humanidad siempre ha subsistido en base clanes y a una vida cooperativa, sin embargo la pandemia por COVID 19 vino a arrebatar en un instante la base más potente de nuestra comunicación. El lenguaje del cuerpo y su expresión en sociedad.
Primero que todo es bueno interiorizar que cada individuo enfrenta al mundo con una máscara personal, aquella que cada cual construye según cómo quiere que lo vean los demás. Te peinas de una forma o de otra, vistes de cierta manera, adecúas tu cara y sus gestos según la ocasión. Todos tenemos nuestra cara de reunión, nuestra cara de funeral o nuestra cara de pasar desapercibido. La mayor parte del tiempo nos comportamos de una manera muy diferente cuando estamos en público a cuando estamos solos o solas.
Tu postura cambia si tienes una reunión de trabajo en la cual cerrarás un negocio, o estás en una tarde tomando unos tragos con tus amigos. Con esto quiero demostrarte que tu cuerpo habla de manera constante al igual que tu lenguaje, con la única diferencia que tu cuerpo no sabe mentir cuando se expresa y siempre tiene una intencionalidad.
Según Ekman la mayor parte de nuestra emocionalidad se transmite a través de las expresiones del rostro. ¿Qué pasa con nuestra comunicación emocional si tenemos la mitad del rostro cubierto por una mascarilla?
Claramente se ven limitadas nuestras posibilidades de comunicación y expresión. En países orientales esto de la comunicación no verbal es muy conocido, y las mujeres cubren gran parte de su rostro para no dejar al descubierto sus verdaderas emociones. Lo mismo se hacía en épocas antiguas con el uso de máscaras de yeso y abanicos que disimulaban las sonrisas femeninas. En rigor el rostro es una forma de personalización y lo que nos brinda una diferencia con un otro.
Así como hablamos del rostro, nuestro cuerpo tiene una gran incidencia en la acción de la comunicación. El cuerpo expresa gestos, emociones, sensaciones y signos, que hablan más que las propias palabras y lo interesante es que cada persona tiene su propia forma de expresión.
Flora Davis en su libro “El lenguaje del cuerpo”, cuenta que la expresión corporal siempre fue la forma más consciente y primitiva de comunicación humana, y al aparecer la palabra dejamos de ser conscientes de nuestros movimientos. Según sus estudios de etología, afirma que el ser humano tiene un comportamiento no verbal muy similar al de los orangutanes, tanto ellos como nosotros utilizamos movimientos que permiten una buena socialización y relación con los pares, como los abrazos, besos, caricias, choques de manos, palmoteos de espalda entre tantos otros.
Como bien sabemos esta pandemia vino a restringir el contacto físico y a promover la distancia social entre personas. ¿De qué manera puede afectar el distanciamiento social a las comunicaciones y relaciones humanas?
Según los etólogos, la ceremonia del saludo entre los animales es un signo de apaciguamiento que demuestra que no hay intenciones agresivas o de enfrentamiento. Si no, solo ponte a imaginar qué pasaría si le quitas el saludo a tus seres queridos durante unos días. Bajar la cabeza en acto de sumisión existe en muchas culturas, pasar la palma de la mano o abrazar. Claramente limitar al ser humano de expresiones básicas existentes desde su origen más primitivo, podría provocar irritación, malos entendidos, enfrentamientos y confusiones.
De seguro las medidas sanitarias apuntan a cuidar la salud frente a esta situación, sin embargo ¿Cómo cuidaremos las relaciones humanas y sus formas de comunicación?